LEANDRO SÁNCHEZ. PINTURA.

La parte de atrás, la cara oculta de las cosas. Leandro Sánchez busca lo que no percibimos, lo que pasamos por alto sin darle importancia pero que también existe, que está ahí esperando ser resuelto por ojos curiosos. De ahí la necesidad de mostrar no sólo lo cotidiano, sino la fuerza de cada envés falto, en apariencia, de importancia. Toda moneda tiene una cara y una cruz; si le faltara una de ellas, su esencia se diluiría en la sombra de lo carente de valor. Tras cada cuadro, hay otro paisaje que ignoramos y que late con fuerza; tras cada reverso, existe una realidad que, aunque despreciada, es fundamental para completar una entidad, una identidad, un todo.


Leandro Sánchez parte de la comprensión elemental de las cosas para descubrir un universo más amplio y complejo pero también accesible a través de ventanas abiertas, como llagas, en el lienzo unánime. Crea un mundo de convivencias necesarias en el que todo está vinculado, relacionado; un mundo grávido y real al que todo está sujeto por las frágiles cuerdas de la imaginación.

ARTES
 
 
 
En Leandro Sánchez, como en Antonio López o en


Eduardo Naranjo, converge la privilegiada habilidad

de quien, al colocarse delante del lienzo en blanco,

sabe descubrir ese momento fugaz en que la virtualidad

le da la mano a la realidad para transformarla en ficción,

y por lo tanto en arte, sin perder la hermosa perspectiva

de lo real.

Este artista goza de la virtud de ser capaz de transformar

una rendija de una puerta, una piedra o incluso la

extremada pequeñez de una mosca, en arte.

¿Es arte ir un paso más allá de lo que ven nuestros ojos

y no solo evidenciar la realidad sino incluso mejorarla?

Pues bien, si quien lo hace es un maestro del detalle

como Leandro Sánchez, desde luego que sí.

Porque su secreto radica en el reconfortante placer

de lo real.
 
Antonio Piñeiro.
 

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